sábado, 22 de diciembre de 2012

¡Reviéntenlo!


Bisturí ®©                                               ¡Reviéntenlo!
                                                         Franklin E. Alcaraz Del C.[1]
                                                       (Cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia)

O ¡hay que reventarlo! Una especie de consigna. La del título, probablemente emitida por lo más alto. La segunda, por los testaferros. Estremece. Caer víctima de un sistema de “justicia” que no es tal, sino un aparato tenebroso ante el cual no existe posibilidad de defensa, es sencillamente espeluznante. Uno se pregunta qué clase de ser humano se puede prestar a convertirse en semejante instrumento que sea indolente, no solo ante los derechos humanos, sino frente a la vida misma de las víctimas. 

La verdad es que la justicia en Bolivia siempre ha sido lo peor que teníamos; pero ahora es lo peor de lo peor (¿y qué hay de bueno?). Eso de “lo peor de lo peor”, todavía suena suavito. Imaginen una persona inocente, trabajadora, dueño de una casa y una movilidad, que sea autoridad, que tenga una familia, que piense diferente al régimen de turno y así lo manifieste; y que por ese “delito” se lo encierre en la cárcel para que “se pudra con los gusanos” (¿son cárceles lo que hay en Bolivia?) y no se le dé oportunidad de defenderse (debería hacerlo públicamente, en la TV, para que todo el mundo vea si es o no culpable)… Pero no, en el país multipluri eso es impensable.

Otro: Un señor, también padre de familia, con cierta comodidad (¡”Ah, este tiene plata!”), al que se le dice, de frente y sin aspavientos, me das la mitad de lo que tienes o … y termina también en la cárcel, donde sufre de un proceso continuo de extorsión.

Otro más: Un extranjero, que llega al país multipluri con ganas de invertir y la banda tenebrosa se entera. Lo investiga (“¡Uh! Este está forrado en plata!”) e inventando “razones”, lo mete también a la cárcel. (No, no va a salir, pero “lo esquilmaremos”). La banda se aprovecha y se apropia de sus bienes y su dinero. Además a todos, los extorsionan.

Eso es lo que todo el mundo sabía, pero no hablaba. Ahora salió a la luz, y todo el mundo habla. Pero es lo que se ve (y como en el cacho…se anota). Y aquí vienen las conjeturas, los “probables”: probablemente no es todo. Debe ser lo más chico. Es probable que existan cosas más grandes, que ahora posiblemente estén en la etapa del susurro, pero de las que alguna vez la opinión pública se enterará. ¿Recibieron órdenes o instrucciones de arriba? No se sabe, pero mucha gente –otra vez- lo supone. Lo que ahora se conoce, apareció más temprano que tarde, gracias a la atención internacional y, otra vez probablemente, gracias a la investigación de una institución especializada en el tema de otro país, que no la solicitó la policía multipluri ni el régimen de turno; pero que, más probabilidades, la hizo nomás. Y además –probablemente también- se dieron modos de hacerla conocer (a pesar de algunos, claro). De lo demás, de lo más grande, se cuchichea y no hay forma de probarlo… todavía. Pero ojo: esto no está terminado. La banda tenebrosa no está desbaratada. Unos pocos están adentro, es posible que los demás se encuentren preparando valijas (ya ocurrió con alguno) o un “sistema de defensa” que tape, o minimice, lo que se avecina.

La Justicia, así con mayúscula, es lo mejor que tienen los países que lograron progresar. La “justicia”, así, entre comillas, es lo peor que tienen los países que no pueden salir del subdesarrollo. A Bolivia le faltó justicia en el pasado. Ahora, en el país multipluri, simplemente parece no existir.

La Justicia, en los grandes países, está por encima de todo. Incluyendo el gobierno de turno. En los países pequeños, atrasados, la justicia está subordinada al poder de turno y se encuentra en el último escalón, el de más abajo. Esa es la diferencia entre unos y otros.       




[1] Franklin E. Alcaraz Del C. es médico e investigador

sábado, 8 de diciembre de 2012


Bisturí ®©                                               La tendera de la esquina
            Franklin E. Alcaraz Del C.[i]

(Cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia)
                                                                  
Es una señora que nos conoció cuando llegamos al barrio. Vio crecer a mis hijos. Y vio casarse a mi hija, irse a otro barrio y volver a visitarnos, mi hija con su hijito y mi hijo, desde Santa Cruz, cada vacación. Esta señora, es una especie en extinción. Cerca de ella se abrió un almacén – tipo supermercado- que le quitó la mayoría de los clientes; pero ella se empecina en vender refrescos y pan, todas las mañanas. Ya casi tiene nada en la tienda. Y ella sentada esperando a sus clientes desde que sale el sol. Abre todos los días a las seis de la mañana esperando a que llegue el pan. Y después,  sentada en su silla de mimbre, vende golosinas a los chicos que corretean por el barrio.

Conoce a todos los vecinos. Sabe – según ella – quiénes votaron por “el Evo” que resultó “un remedio peor que la enfermedad – fíjese Ud. lo que está pasando”. Conoce también y aplaude “a quienes siendo evistas abrieron los ojos y renegaron del Evo”.

“Los masistas son una manzana podrida que se pudrió en tan poco tiempo”, dice. “¡Ay!, ¿¡No tendrán vergüenza?! Y ella misma se contesta “a pesar de que en este país, poca es la gente que tiene sangre en la cara – Todos son unos sinvergüenzas, especialmente los políticos” Y cambiando de tema: “Pensar que tanta gente tenía tanta esperanza en el Evo… Hasta yo…¡le prometo! Pero no se puede, no hay caso, no se puede confiar en los políticos y estos habían sido… ¡ay! mejor me callo. Se ha rodeado también de lo peorcito pues”, afirma. “Tanto habla de la pachamama…que la pachamama arriba que la pachamama abajo y está queriendo tumbar ese parque nacional…¿Qué se llama? ¡Ah, si…el TIPNIS, todo por los cocaleros, ¡Qué nos dan pues los cocaleros! Mas bien todo reciben, todo les da el Evo ¿y ellos? ¡Dice que ni impuestos pagan! Yo quisiera que vea Ud. lo que tengo que pagar de esta mi tiendita que además atiendo para distraerme; pero que voy a tener que cerrar nomás porque ya no gano nada. Todo es pérdida y pérdida. Menos mal que mi hijo menor me ayuda, sino, ¡qué sería de mi!” se lamenta.

“No seas ladrón” “dice en quechua, pero mire a ver… ¡tanta corrupción! No solo son ladrones sino extorsionadores…¿sabe? Yo odio la extorsión tanto como a los terroristas porque es pues ejercer una situación de poder sobre el que necesita a cambio de dinero…¡Ay! Yo no sé qué haremos. Y se va a acordar de mi, todo esto se va a olvidar… en un mes ya nadie va a decir nada y los corruptos van a salir de la cárcel a gozar de lo que han ganado… y a algunos ni siquiera los mandan a la cárcel. ¡Ah! pero a los opositores, como a este pobre de Pando…¿Cómo se llama? Ah….Fernández, si, Leopoldo Fernández, lo tienen sin motivo dice el vecino, el fulano. Y a este otro pobre gringo que lo han metido a la cárcel para quitarle su dinero…¡no pues! ¡Qué está pasando Dios mío! ¡Lo peor es que la gente no quiere darse cuenta! Ahora, a esos abogados corruptos no han tenido más remedio que apresarlos…pero hasta en eso…los encierran en la misma policía y no los mandan a la cárcel hasta que la presión de la gente los obliga. En la cárcel es donde deben estar. ¡Tienen miedo ir a la cárcel porque ahí está la pobre gente a la que han extorsionado pues! ¡Cuánta gente inocente estará pagando la ambición y codicia de estos malos abogados!. La verdad es que la Justicia en Bolivia siempre ha estado del lado de los que más tienen y en contra de los pobres. Pensábamos que eso iba a cambiar, ¡pero ahora es peor!”

“¡Qué haremos! Y las autoridades dicen ¡que no sabían nada!. Todos trabajando en sus narices…¡Y no sabían nada! ¡A ver! El Ministro de Gobierno pide más denuncias en contra de los extorsionadores primero, luego se desdice y como la tal Ministra Suxo pide enjuiciar a las víctimas! ¡Las víctimas de extorsión no pueden negarse a pagar! Da qué pensar ¿no? La extorsión es un delito que nace del poder, con intimidación y amenazas, de la gente que tiene poder de alguna naturaleza y que hace un muy mal uso de el; el que no tiene poder ¡no puede extorsionar pues! A buen entendedor, pocas palabras…¡Ahora dicen que se van a investigar entre ellos!¡Cómo pues! ¡Y se están peleando entre ellos también! Pero todo esto va acabar como siempre: ¡en nada! Se va a acordar de lo que digo”.


[i] Franklin E. Alcaraz Del C. es médico e investigador

sábado, 24 de noviembre de 2012

Mi peluquero


Bisturí
Mi peluquero (Cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia)
Sábado,  24  de Noviembre, 2012
No sé si todos los peluqueros son como el mío. Para empezar, este me corta el pelo de memoria. No tengo que indicarle qué cortar o qué no cortar. Lo seguí por años, desde cuando era empleado de otro peluquero en San Pedro. Luego apareció en Miraflores, la zona central, Sopocachi, San Jorge y ahora tiene su propia peluquería en la Zona Sur de La Paz. No lee periódicos, pero habla que da pavor. Sabe de mecánica cuántica y de política, claro. Su tema predilecto. Vive en El Alto y baja desde allí, cada día, hasta la Zona Sur para trabajar. El mismo se llama “Alteño renegado”. No le gustan sus conciudadanos. Dice que son muy desordenados y que la ciudad misma es un caos. Dice que allí “los semáforos están de adorno”, pero que no dejará de vivir en El Alto, porque “es más barato”.
Fui a cortarme el pelo al día siguiente del censo. Me recibió con una sonrisa. “Cómo está doctor”, me dijo. “Bien censado” le contesté. “¡Ah!, si”, dijo. “Yo también”. “Y... ¿qué tal?” le pregunté. “Hay muchas cosas que la gente habla sobre el censo, por ejemplo, por qué no preguntarían sobre el acullico no? Así, sabríamos cuánta gente acullica coca... pero no, parece que el gobierno no quiere saber... o no le conviene”. “Y tú, qué piensas sobre el tema” le dije. “¿Crees que mucha gente acullica?”. “Antes tal vez”, me contestó. “Ahora, no” “Por ejemplo, en mi familia, mi papá acullicaba de vez en cuando... una vez al mes, así. Pero dice que mi abuelo acullicaba cada día. Mi papá me contaba que siempre estaba con su bola de coca en la boca”. “¿Y tú? ¿Acullicas?” le pregunté. “No” me dijo “Alguna vez hice la prueba y no me gustó. Es que se le adormece la boca a uno y ese adormecimiento entra hasta el pecho. Y es feo. A mí no me gusta. Eso sí, tomo mate de coca de vez en cuando, cuando me duele la barriga o después de comer mucho”. “¿Te acuerdas la última vez que tomaste mate de coca?” le provoqué. “Hummmm... la verdad no... creo que ¡el año pasado!” Se asombró él mismo. “¡Ah!” Le dije, “entonces tampoco tomas mucho mate de coca... lo que pasa es que nos han hecho creer que este pueblo es de consumidores de coca...  y no es así” “¿Parece, no?”
“Y Ud. Qué dice” me preguntó “La coca será droga siempre?” “Tú qué crees” le devolví la pregunta. “Es que como dicen que la coca no es cocaína...” “Quién dice” le repliqué. “Todos pues... hasta la morenada” “Jajajaja”, me reí y los otros clientes que estaban en la peluquería se rieron también y advertimos que nos habían estado prestando atención. “Mira”, le dije. “Si tomas té y haces un análisis de orina, vas a encontrar teína en tu orina. La teína es la droga del té. Si tomas café, vas a encontrar cafeína en tu orina y si tomas mate de coca, vas a encontrar cocaína en tu orina. Eso lo puedes comprobar tu solito, cualquier rato. Solo tienes que escoger un buen laboratorio. Ahora tú dime si la coca es cocaína”. “¿En serio?” me dijo. A mí me han dicho que la coca no tiene cocaína y que la cocaína está en los químicos que se usan para fabricar droga” “Pero entonces haz la prueba”, le repetí.
Se quedó sin hablar por un buen rato, cosa no habitual en él. Probablemente pensando, casi me deja sin pelos por la región del parietal derecho. “Ojo, ¡cuidado! Le dije”. “¡Ay!, va a disculpar doctor”, me dijo. “Y qué me dice de eso de que la coca es a la cocaína lo que la uva al vino”. “Pues... a eso también tú te vas a responder. ¿Cuando comes uvas, orinas vino? No, ¿no es cierto? Pero cuando acullicas o tomas mate de coca, orinas cocaína... ¿Es igual?” “No” me respondió. “Entonces, ya tienes tu respuesta” le dije.
“Pero entonces ¡por qué nos han mentido tanto...!” “¿Quieres que te dé la respuesta? Creo que tú ya sabes cuál es” “Sí” me dijo, “pero entonces está mal que nos digan que la coca es sagrada no?” “La coca va a seguir siendo sagrada, en la medida que genere dinero... ¡eso nomás es!” Dijo el señor del lado interviniendo en la charla.
“Bueno”, esta vez tu corte de pelo se extendió más de lo debido” le dije “y creo que se te fue un poco la mano, ojalá haya valido la pena” “¡Claro que sí!” dijo mi peluquero, “hoy me tocó desasnarme en serio, jeje”.

[1] Franklin E. Alcaraz Del C. 
es médico e investigador

sábado, 10 de noviembre de 2012

Mi vecino


Bisturí
Mi vecino
Sábado,  10  de Noviembre, 2012
Ayer tuve una charla muy sabrosa con mi vecino, Caminamos juntos como tres cuadras para llegar a nuestros respectivos hogares. Nos deteníamos de rato en rato para subrayar algunas frases. Así que el tiempo que nos tomó llegar a nuestro destino, se extendió más de lo debido.

Mi vecino, como yo, no es político. Es empleado público a punto de jubilarse. No gana mucho, pero su esposa también trabaja; así costearon la educación de sus hijos que ya son profesionales y se encuentran gozando de becas de postgrado en Europa. Su esposa trabaja en una ONG y, de vez en cuando, viaja a Iquique a “traerse cositas para vender”, como él dice.

Mi vecino votó por Evo. Siempre. Pero ayer advertí una profunda decepción en su semblante, así que le pregunté cuál era la causa de su estado anímico. Me contestó que, desde que está Evo, su situación empeoró, a pesar de que sus hijos ya no le significan gasto. “Se parten el lomo trabajando con su esposa”, dijo, y “no advierten mejoría”. Tiene un auto “transformer” que “está botado ahí” porque sus ingresos no le alcanzan para hacerlo arreglar y que el pasaje del transporte subió tanto que solo subir al centro le significa más de la cuarta parte de su sueldo. “Los radiotaxis cobran lo que quieren y nadie dice nada” dijo. “Los micros son sucios, hediondos, nos “taucan” como sardinas y ahora cobran por tramos y además cada tramo cuesta más, porque antes cobraban una luca hasta San Miguel o por cada tramo y ahora cobran uno cincuenta - ¿Cuánto es eso de subida en el pasaje? dijo”. Hace seis años, “antes del Evo, yo compraba cuatro panes por un peso, ahora debo comprar solo dos panes por lo mismo y en épocas como las de Todo Santos, sencillamente no encuentras pan y tienes que comprarte una t'hanta wawa que es incomible y más cara”.

“Cada sábado subo hasta el mercado Rodríguez con mi esposa para aprovisionarnos. Antes del Evo hacíamos mercado para toda la semana con doscientos bolivianos; ahora gastamos cuatrocientos y no nos alcanza... es decir no compramos todo lo que comprábamos”. “Encima nos dicen que la inflación no pasa del cinco, seis por ciento cada Año... ¡Ja! – ¡No pues...!” “La delincuencia y el narcotráfico están haciendo su agosto... a ver...¿cuándo era Bolivia como ahora! Antes uno podía caminar seguro toda la noche en cualquier parte del país... ¡ahora no estamos seguros en ninguna parte! ¡Ni de día de noche! Encima, los delincuentes son cada vez más osados, atrevidos y violentos... a ver, mirá lo que le han descuartizado a esa pobre ancianita... Eso no se hace así nomás... tienes que haber consumido drogas!”

“Pero tu siempre defiendes a Evo...”, le dije. “Lo defendía”, me dijo, “¡lo defendía!”, repitió casi gritando. “Y, entonces, ¿cuál es la solución?, le dije. “¡Nada pues! Me contestó, otra vez alzando la voz y moviendo las manos. “Hay que aguantarse hasta las elecciones”. “Y ahí también, después, quién vendrá. Tal vez más de lo mismo o por ahí, con el pueblo que tenemos, sale re-elegido el Evo... ya debe tener su maquinita pues”.

“Qué tendrá nuestro país que no puede tener buenos gobernantes. Aquí creo que lo que  falla es la gente, los gobernantes son nomás reflejo de la gente... y mientras no mejoremos nosotros, ¡los gobernantes van a ser nomás lo que son pues!”

“¿Entonces, es cierto eso que dicen que los pueblos se merecen los gobiernos que tienen?” le manifesté. “Parece que sí...  porque ¿qué más se puede pensar?” respondió. “Además”, me dijo, “aquí se está demostrando que el pueblo se equivoca”.

¡Ah! “Por si las moscas...” Todo lo anterior es ficción, cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia.


[1] Franklin E. Alcaraz Del C. es médico e investigador

miércoles, 31 de octubre de 2012

El MAS y las redes sociales


Bisturí ®©                                              El MAS y las redes sociales

                                                                        Franklin E. Alcaraz Del C.[i]

Alguien dijo que en las llamadas redes sociales (ojo: no solo feisbuk) se insulta al presidente de la nación multi pluri y de los cocaleros, y que se toma nota de quiénes lo hacen. Por eso, probablemente estuvieron buscando la forma de “sentar la mano” a quienes insultan. Entendí que se “sentaría la mano” a quienes insulten a su excelencia y a su séquito; pero no a los opositores ni a los “escribidores” a quienes les dicen de todo. Ni a quienes insultaron a actuales o pasados dignatarios de estado de otros países (como a Alan García, solo para dar un ejemplo) o a quienes insultan a otros países en general (¿no son las relaciones con Estados Unidos una caca?). ¡Pobres los mortales que reciben una afrenta de los poderosos! Esos, simplemente merecen los insultos que reciben (¿o deberían sentirse orgullosos de que el monarca y su séquito los insulte?).

Una “Ley antiredes sociales”, eso se gestaba. Hasta que se dieron cuenta que tal emprendimiento no era posible. Porque hay, por ejemplo, feisbuckeros que envían sus insultos desde Nueva Zelanda, Australia, Asia, Europa…que probablemente seguirán insultando y agrediendo verbalmente e impunemente…(no importa a quién)¿o los harían extraditar? A propósito, desde que se tocó el tema, los insultos y agresiones verbales aumentaron en las mismas redes sociales, donde las burlas y sarcasmos tomaron un lugar preponderante. En todo caso, la verdad es que no se puede censurar ni legislar las llamadas redes sociales sin vulnerar el derecho humano a la intimidad y privacidad de las personas.

Y fuera de todo esto, el impacto político, no solo nacional, sino –y fundamentalmente- internacional, hubiese mostrado una figura antidemocrática del gobierno muy difícil de disimular.  La cadena internacional CNN el día jueves 25 de octubre hizo una encuesta preguntando si sus televidentes estaban de acuerdo con tal determinación (la de censurar o castigar a los “insultadores”). El resultado es lo de menos (adivine quienes ganaron). El hecho es lo que importa. Obviamente las sonrisas no se podían disimular (hay quienes dicen que leyeron un millón de libros y no se dieron cuenta del impacto de semejante desatino).    

Pero bueno. El extremo era prohibir o cerrar por medios técnicos las redes sociales que llegan al país, pero el impacto sería peor, en un gobierno que todavía dice que es democrático. A no ser que finalmente ya no importe la opinión de nadie. ¿Por qué los multi pluris son tan sensibles a hechos que se dan en cualquier democracia todos los días? ¿Complejos? Ojo: son preguntas nada más. Varias veces dijimos que todos, sean lo que sean, de color amarillo, verde o rojo, altos, flacos, grandes, gordos, indios, latinos, mongoles, pieles rojas, etc., deberían estar orgullosos de lo que son. Por otra parte, ser ignorante o muy sabido no es un delito. Como no lo es hablar bien o mal. O hablar una lengua u otra ¿Insultar? Claro que esta mal. No se debe insultar. Pero también hay términos y adjetivos que pueden no ser insultos pero que parecen si se los emplea o recibe como tales (¿Conoce el dicho? “No hay palabra mal dicha sino mal interpretada”). El hecho es que el receptor no lo tome como tal. Así, como decimos en Bolivia, “le resbala” a quien lo recibe. Pero de ahí, a “elaborar” una ley para que no lo insulten a uno…¡caramba! Mejor no digo a qué suena. O finalmente, habrá que preguntarse por qué lo insultan a uno, ¿no? ¿Será de envidia?

¡Ah! Dadas las circunstancias, todo lo dicho es ficción. Cualquier semejanza con la vida real, es pura coincidencia.


[i] Franklin E. Alcaraz Del C. es médico e investigador