domingo, 17 de febrero de 2013

El ADN de la cocaína


Bisturí ®©                                               El ADN de la cocaína
                                                                       
                                                                                                        Franklin E. Alcaraz Del C.[1]

El director de la Policía Federal brasileña, Leandro Daiello, dijo que su país tiene en marcha un proyecto de larga duración para saber de dónde procede la materia prima para fabricar cocaína, o dónde fue refinada la droga que incauta el Brasil. Finalmente sabremos si es o no cierto aquello de que el 60% de la cocaína que se consume en ese país, es de procedencia boliviana. Y allí no cabrán pataleos. A la ciencia no se le puede discutir. Aquí, el oficialismo dice que el 70% de la cocaína incautada es de origen peruano.

Por otra parte, El ministro peruano del Interior, Wilfredo Pedraza, dijo “no puedo corroborar” que el 70 por ciento de la cocaína incautada en Bolivia provenga de su país, como señalaron en reiteradas ocasiones las autoridades nacionales. Pedraza explicó que “la droga se produce ahí donde se siembra” y que “Perú tiene un serio problema con los cultivos ilegales de hoja de coca, materia prima para la elaboración del alcaloide”.
Pero probablemente no es solo por eso que Brasil desarrolla un proyecto para detectar científicamente el "ADN" de la cocaína y de esta forma establecer si procede de Bolivia, Perú o Colombia. Saber la procedencia de la droga probablemente aumente la eficiencia de la policía. Daiello y la secretaria de Justicia de Brasil, Marcia Pelegrini, hicieron esta revelación durante su asistencia al foro sobre leyes para confiscar bienes a narcotraficantes como una forma eficaz de combatirlos en el que participaron también representantes de Perú, Colombia y la ONU. Daiello dijo también que ya tienen en funcionamiento una base de datos que fue ofrecida a Bolivia para que tenga acceso "al ADN, el origen de la droga" y que su país es el primero en trabajar en ese sentido. Tengo la sospecha de que la noticia no les cayó muy bien a los que sabemos.

El oficialismo “no contaba con la astucia de Brasil”, porque el manejo político aparentemente tendía a “convencer” a la opinión pública, no solo nacional sino internacional, que el país multipluri, ya no elabora cocaína y que toda la coca se destina a usos tradicionales. De allí el discurso del oficialismo de que el 70% de la cocaína “pasa” por Bolivia, pero no se elabora en el país multipluri. Sin saberlo (¿o si?) el Brasil le está haciendo un flaco favor al MAS y un gran favor al país y a la comunidad internacional.

Sucede que desde hace dos o tres años, el país multipluri iba aumentando el porcentaje de “cocaína peruana” en el total de decomisos; así primero fue el 20% luego el 40% y así sucesivamente hasta llegar al actual 70% que probablemente iba a convertirse en 100% alguna vez. ¿Resultado? La promesa del MAS: cero cocaína, cero droga…solo coca para uso “tradicional” cubierta por las proyectadas 20.000 hectáreas de cultivo (¿o 30.000?), refrendadas por el “estudio” que no termina de publicarse (¿Cómo habrán hecho el estudio sobre productividad de los terrenos en los Yungas y el Chapare, dice mi compadre Choque?). Lo que falta explicar es la actividad de la FELCN que sigue descubriendo nuevas, grandes y móviles fábricas de cocaína (Algún día no encontrarán ninguna, dice mi compadre Choque). La marihuana es otra cosa. Esa droga no tiene “consumo tradicional” (ni constituye base electoral), así que no importa lo que pase en el futuro. Además, es nomás la droga ilegal de mayor consumo en el país.

Entonces, la pregunta que surge es: ¿Qué dirá el oficialismo cuando se conozca que las 20.000 hectáreas proyectadas producen coca excedentaria? Porque estudios no oficiales y muy fidedignos ya dijeron que con 10.000 a 12.000 toneladas/año de hoja de coca, en los Yungas de La Paz, se cubre no solo la demanda “tradicional” de este vegetal, si no también las necesidades de industrialización y las de “exportación” al norte argentino y chileno (alrededor de 6000 - 8000 hectáreas). Eso sin contar que el consumo “tradicional de la hoja de coca, disminuye con el tiempo.

Hay que añadir que el mentado “uso para la industrialización” de la hoja de coca no es, ni puede ser considerado, desde ningún punto de vista, como “uso tradicional” de la planta.       

Bueno. Mientras esperamos al futuro, podemos preguntar al Soberano qué es lo que piensa al respecto.

¡Ah! Y como de costumbre, todo lo anterior es ficción, cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia.




[1] Franklin E. Alcaraz Del C. es médico e investigador

sábado, 2 de febrero de 2013

Un borracho despierto


Bisturí
Un borracho despierto
Franklin E. Alcaraz Del C.
Sábado,  2  de Febrero, 2013
Los últimos accidentes de carretera llamaron la atención de la ciudadanía porque finalmente se estableció que la mayoría fueron provocados debido a fallas humanas. Muchos de los conductores habían consumido bebidas alcohólicas. De acuerdo a estudios realizados por el CELIN, los transportistas están entre los cinco primeros grupos sociales que tienen más bebedores (en realidad son los primeros). Grave. Como los controles no son sistemáticos, si no esporádicos, no se puede establecer un sistema adecuado de supervisión y seguimiento para que los conductores no beban mientras conducen. También es un problema que en las carreteras se venda alcohol y coca (¡ay! la coca). Y además, nuestra policía no cuenta con los medios adecuados ni suficientes en las carreteras del país (asumiendo que no exista corrupción, claro está).
Los bebedores, especialmente mineros y transportistas, saben que acullicando y bebiendo “no se emborrachan”. Lo que en realidad pasa, es que la cocaína de la coca, al ser una droga estimulante, contrarresta los efectos del alcohol y aparentemente quien bebe mientras acullica al mismo tiempo, parece no sufrir los efectos del alcohol, en comparación a otro bebedor que no acullica. El bebedor que no acullica, termina durmiendo. El acullicador no. Sigue bebiendo con el consiguiente deterioro de sus sentidos y especialmente del sistema nervioso. En este estado, ya no debería conducir. Mientras beba, sin embargo, eventualmente llegará a un estado de intoxicación aguda que le privará de sus sentidos de manera paulatina y perderá la conciencia. Si a esta altura se encuentra conduciendo una movilidad, imagínense lo que ocurre.
Ese mismo efecto lo consiguen los consumidores de cocaína. Fuman pitillo o halan cocaína “para no emborracharse”. Obviamente consiguen “hacer dormir” a quienes no consumen droga. Punto.
Lo que en realidad ocurre en ambos casos (beber trago acullicando coca o consumiendo cocaína pura), como dice mi amigo Alfonso, es que aparece un “borracho despierto” (...y manejando, dice mi compadre Choque). Un bebedor, que debería estar durmiendo, permanece despierto bajo la influencia de la droga y del alcohol (¡qué mezclita!).
A la larga, los efectos en el organismo humano, especialmente en el sistema nervioso, es decir en  “la computadora” del organismo son irreversibles. Ni qué decir del pobre hígado que tiene que metabolizar dos sustancias tóxicas (o tres, si el bebedor fuma), porque además en el hígado se sintetiza una nueva sustancia sumamente tóxica que se llama cocaetileno (la mezcla metabolizada de la cocaína con el alcohol). ¿Pensará o razonará “normalmente” un consumidor consuetudinario de estas sustancias, aunque se encuentre “sano”? Bueno, ese es otro tema.
Así que no basta con “controlar” el consumo de alcohol. Hay que controlar también el consumo de coca (¡eso si es difícil! dice mi compadre Choque). Mientras no se logre ese objetivo, que además implica un proceso de concienciación muy largo, constante y permanente (impensable en las condiciones actuales, dice otra vez mi compadre) no se obtendrán resultados satisfactorios.
Pero bueno, hay que cumplir con la conciencia de uno y advertir lo que realmente ocurre con las “tradiciones” populares que muchas veces no son sanas, útiles o, peor, productivas, sino más bien dañinas. Y ¡ojo! que además se pueden comprobar científicamente.
¡Salud!