Bisturí ®© El
MAS y las redes sociales
Franklin E. Alcaraz Del C.[i]
Alguien dijo que en las llamadas redes sociales
(ojo: no solo feisbuk) se insulta al presidente de la nación multi pluri y de
los cocaleros, y que se toma nota de quiénes lo hacen. Por eso, probablemente estuvieron
buscando la forma de “sentar la mano” a quienes insultan. Entendí que se “sentaría
la mano” a quienes insulten a su excelencia y a su séquito; pero no a los
opositores ni a los “escribidores” a quienes les dicen de todo. Ni a quienes
insultaron a actuales o pasados dignatarios de estado de otros países (como a
Alan García, solo para dar un ejemplo) o a quienes insultan a otros países en
general (¿no son las relaciones con Estados Unidos una caca?). ¡Pobres los
mortales que reciben una afrenta de los poderosos! Esos, simplemente merecen
los insultos que reciben (¿o deberían sentirse orgullosos de que el monarca y
su séquito los insulte?).
Una “Ley antiredes sociales”, eso se gestaba. Hasta
que se dieron cuenta que tal emprendimiento no era posible. Porque hay, por
ejemplo, feisbuckeros que envían sus insultos desde Nueva Zelanda, Australia,
Asia, Europa…que probablemente seguirán insultando y agrediendo verbalmente e
impunemente…(no importa a quién)¿o los harían extraditar? A propósito, desde
que se tocó el tema, los insultos y agresiones verbales aumentaron en las
mismas redes sociales, donde las burlas y sarcasmos tomaron un lugar
preponderante. En todo caso, la verdad es que no se puede censurar ni legislar
las llamadas redes sociales sin vulnerar el derecho humano a la intimidad y
privacidad de las personas.
Y fuera de todo esto, el impacto político, no
solo nacional, sino –y fundamentalmente- internacional, hubiese mostrado una
figura antidemocrática del gobierno muy difícil de disimular. La cadena internacional CNN el día jueves 25
de octubre hizo una encuesta preguntando si sus televidentes estaban de acuerdo
con tal determinación (la de censurar o castigar a los “insultadores”). El
resultado es lo de menos (adivine quienes ganaron). El hecho es lo que importa.
Obviamente las sonrisas no se podían disimular (hay quienes dicen que leyeron
un millón de libros y no se dieron cuenta del impacto de semejante desatino).
Pero bueno. El extremo era prohibir o cerrar por
medios técnicos las redes sociales que llegan al país, pero el impacto sería
peor, en un gobierno que todavía dice que es democrático. A no ser que
finalmente ya no importe la opinión de nadie. ¿Por qué los multi pluris son tan
sensibles a hechos que se dan en cualquier democracia todos los días?
¿Complejos? Ojo: son preguntas nada más. Varias veces dijimos que todos, sean
lo que sean, de color amarillo, verde o rojo, altos, flacos, grandes, gordos,
indios, latinos, mongoles, pieles rojas, etc., deberían estar orgullosos de lo
que son. Por otra parte, ser ignorante o muy sabido no es un delito. Como no lo
es hablar bien o mal. O hablar una lengua u otra ¿Insultar? Claro que esta mal.
No se debe insultar. Pero también hay términos y adjetivos que pueden no ser
insultos pero que parecen si se los emplea o recibe como tales (¿Conoce el
dicho? “No hay palabra mal dicha sino mal interpretada”). El hecho es que el
receptor no lo tome como tal. Así, como decimos en Bolivia, “le resbala” a
quien lo recibe. Pero de ahí, a “elaborar” una ley para que no lo insulten a
uno…¡caramba! Mejor no digo a qué suena. O finalmente, habrá que preguntarse
por qué lo insultan a uno, ¿no? ¿Será de envidia?
¡Ah! Dadas las circunstancias, todo lo dicho es
ficción. Cualquier semejanza con la vida real, es pura coincidencia.