viernes, 15 de noviembre de 2013

¡Ayayay! ¡La coca!

Bisturí ®©                                               ¡Ayayay! ¡La coca!
                                                                        Franklin E. Alcaraz Del C.[i]
¿Quién va dudar del “estudio” del gobierno? Ningún masista o cocalero, por supuesto. Es que la finalidad del mismo es política. Por eso no es “vinculante”. En otras palabras, es un saludo a la bandera. Si ha sufrido “maquillajes”, eso lo saben solo unos cuantos privilegiados. Nosotros, no. A pesar de todo, sin acceso a la metodología que se utilizó y solo con los datos que tenemos, aventuremos algún análisis.

Primero, es evidente una grosera incongruencia en la nota de prensa del Min. Gobierno. El último párrafo de la primera página dice que “1.125.483 personas consumen coca para el pijcheo”. Y, el primer párrafo de la segunda página dice que “en porcentajes esas cifras del consumo tradicional representan que el 37% de la población que consume coca lo hace para el pijcheo…” Y es que 1.125.483 personas es solo el 11,25% del 10.000.000 de habitantes que tiene el país multipluri. Las cifras se repiten en el cuadro que detalla los consumidores por año, según uso y consumo del informe ampliado. Así que, ¿de dónde sale el 37%? ¡Ah! ¿de la suma de pijcheo y otros usos?, Si es así, eso no se puede hacer en estudios de este tipo.

Segundo: La encuesta de hogares (que no sabemos cómo se hizo), es probablemente una de las principales fuentes de información que se la “articuló” con “estudios complementarios” (¿Se sumaron los resultados a la encuesta de hogares?)  como “Actividad económica”, “establecimientos económicos” y “comercio en fronteras” (que deben ser probablemente diferentes - ¡ups!). Pero también se recogió información de 400 comerciantes minoristas, de 300 productores detallistas y “otros” que no sabemos qué o quiénes son. ¿Habrá forma de garantizar, por ejemplo, que los comerciantes minoristas y/o los productores detallistas no desvían su producto a actividades ilícitas? Preguntita nomás es. Pero en general, ¿toda la coca comercializada va al consumo “tradicional”?, porque eso deja entender el “estudio” (ojo con lo de “comercio en fronteras”, signifique lo que signifique).

Tercero: Existen siete resultados, producto de ¿siete estudios?, En estos, se puede apreciar un impresionante incremento de cifras (o de consumidores de hoja de coca). Por ejemplo, el “pijcheo”, también llamado “acullico”, sube de 990.352 en 2006 a 1.125.483 personas en 2012. Es decir, de menos de 10% al 11,25% en el lapso de siete años. (Atención: el CELIN encontró 14% de acullicadores el año 2000 – Si las cifras del INE son fidedignas, confirmaría que el número de acullicadores disminuye).

Cuarto: El cuadro presentado de “consumidores por año, según uso y consumo” es, por decir lo menos, inútil. ¿Por qué? Porque separa arbitrariamente a los pijchadores de los que usan coca en forma de medicina, para rituales, acontecimientos sociales, otros y no saben/no responden como si fueran diferentes personas. Otros estudios, mencionaron que el “pijchador” suele usar la hoja de coca, como medicina y también en rituales y/o acontecimientos sociales, así que ahí se está contando a los consumidores tres veces (sino más). En este mismo cuadro, a quienes “No saben y/o no responden”  se los incluye como consumidores (le metieron nomás… y son como un millón de personas, si sumamos la categoría “otros”). En fin. 

Quinto: Preguntas; ¿se puede considerar a la “exportación” de hoja de coca una actividad “tradicional”?  ¿Y a qué se destina la “exportación”? ¿Al consumo de hoja de coca más allá de nuestras fronteras?¿A la fabricación de cocaína? No sabemos. Pero hay esperanza y ansiedad, de parte de los cocaleros, por satisfacer esa demanda…¿sea cual fuere? Ojo: pregunto nomás. ¿Debería interesarnos el consumo de coca más allá de nuestras fronteras?

Sexto: También hay esperanza y ansiedad, esperando la “industrialización” de la hoja de coca, que tampoco puede ser considerada actividad tradicional o “cultural”. Sobre este tema escribiremos otras notas.

Finalmente, si en 2012 habían 1.125.483 acullicadores, ¿Cuánta cantidad de hoja de coca consumían? ¿Cómo se midió esa cantidad?. El informe del INE menciona 19.138 T.M. como cantidad utilizada de hoja de coca en hogares, pero no desglosa esa cantidad según forma de consumo. Así que hay que aceptar todo, así como está.

Mi compadre Choque me dice que cierre la nota haciendo la siguiente pregunta a mis lectores: Ud. amigo, ¿se acuerda cuándo tomó su última taza de mate de coca?



[i] Franklin E. Alcaraz Del C. es médico e investigador

domingo, 3 de noviembre de 2013

Coca y narcotráfico

Coca y narcotráfico
Franklin E. Alcaraz Del C.[i]
Yara Alcaraz Fernández[ii]

Cuando William E. Carter, Phillip T. Parkerson y Mauricio Mamani Pocoaca llevaron a cabo el estudio sobre la hoja de coca más conocido en el país a fines de la década de los setenta, la coca era vista con otros ojos, muy diferentes a los de ahora. El estudio se publicó recién en 1.986. Ese año, ya la coca iba adquiriendo el perfil que le daría la promulgación de la Ley 1.008, el 19 de  julio de 1.988. Esta Ley también tomó como referencia el mencionado estudio, para efectuar un “cálculo a ojo de buen cubero” y determinar las famosas 12.000 hectáreas legales de cultivo del vegetal – nos guste o no – fuente y origen de la cocaína. Y decimos a “ojo de buen cubero”, porque el cálculo no tomó en cuenta la productividad de los suelos. No había, entonces, tal estudio. Es que el trabajo de Carter et. al., nunca fue diseñado para cuantificar la cantidad de producción de la hoja de coca. La finalidad inicial de ese estudio fue el encontrar alguna relación entre el “acullicu” y la religión (y/o uso místico obviamente). USAID, la institución financiadora del estudio, pidió a los investigadores, casi al final del mismo, que hicieran un esfuerzo para intentar una ESTIMACIÓN de la cantidad que entonces se utilizaba en usos culturales de la hoja de coca. Esa ESTIMACIÓN arrojó la cantidad de 10.313,076 T.M. año, base equivocada de la Ley 1.008. El CELIN, por su parte en su estudio integral sobre la hoja de coca, el primero en ser realizado para cuantificar el consumo, el año 2.000, encontró como suficientes 9.087,9 TM/año, producto del cultivo del arbusto en 5.148,8 hectáreas en los Yungas de La Paz.

A principios de los años setenta, sin embargo, ya había aparecido el tráfico ilícito de cocaína y la fabricación de la droga en Bolivia. La Ley 1.008 vino a intentar el control del cultivo de la hoja fuente de la droga. El año 1.986, según CELIN, basado en datos de DIRECO y DIGCOIN, la superficie cultivada de hoja de coca en Bolivia, era de 37.800 hectáreas. Un año después de la promulgación de la Ley 1.008, en 1.989, los cultivos alcanzaban las 52.900 hectáreas. Bajaron hasta las 22.800 hectáreas el año 2.003 – gracias a la política de erradicación de cocales del gobierno de entonces – para volver a subir, con oscilaciones- hasta las cifras que hoy conocemos. 

Actualmente se sabe que la productividad media de los suelos de los Yungas de La Paz es de 1,8 TM/año/hectárea  y del Chapare 2,7 TM/año/hectárea, gracias a los estudios de la “Operación Breakthrough” de la DEA y otros de DIRECO. Sabemos también que en los Yungas se cosecha coca tres veces al año y en el Chapare cuatro. Conocemos el contenido medio de cocaína de la hoja de coca de los Yungas (0,85%) y del Chapare (0,72%). Es decir que hoy sabemos mucho más que en 1.988. A estos datos, podemos añadir que en Bolivia también apareció el consumo de droga. No solo de cocaína, sino –como en otros países- de marihuana. Esta última es la droga ilícita de mayor consumo en el país. La cocaína la consumían, según CELIN, en 1.992 (primer estudio serio sobre el tema), en forma de clorhidrato 2.184 personas y el 2.010 ya eran 62.679. En forma de base de cocaína, en 1.992, la consumían 4.367 personas para llegar a 56.534 el 2.010 (Ojo: ambas cifras no se pueden sumar, debido al policonsumo).
A través de los registros nacionales sabemos también que la comercialización (lícita) de la hoja de coca siempre ha sido mayor en el mercado de Villa Fátima de La Paz (6.118,87 T.M. en 1.997 y 17.253 T.M. en 2.012) que en el de Sacaba en Cochabamba (2.493,92 T.M. en 1997 y 1.183 T.M. en 2.012 ¡disminuyó!) y que, sin embargo, el número de cocaleros registrados es mayor en el Chapare (40.000 hasta el 2.008) que en los Yungas/Apolo. (27.500 también hasta el 2.008). Datos de CELIN en base a información de DIRECO/DIGCOIN. Obviamente, esto da mucho que pensar y comentar.
También han ido en aumento las incautaciones. Por ejemplo, los decomisos de coca (destinada al narcotráfico) crecieron de 1.659 libras en 1.998 a 695.477 en 2.007 y 433.935 en 2.008). Hay mayor cantidad de operativos y droga decomisada hoy que en el pasado. No tenemos datos del 2.008 al 2.013, pero es probable que el panorama general no haya cambiado. Lo que sí cambió desde mediados del año 2.000 a la fecha, es que Bolivia se convirtió de solo país productor a país productor, de tránsito y consumo de drogas como la marihuana y cocaína, con todo lo que ello conlleva (tráfico de sustancias químicas, lavado de dinero, etc). La expulsión de la DEA ha dejado a los organismos especializados en el combate al narcotráfico, con un importante déficit en materia de inteligencia, comunicación y logística.
La industrialización de la hoja de coca se sostiene gracias al fomento gubernamental. Todas las actividades privadas han fracasado. La cantidad de hoja de coca que se industrializa actualmente, no alcanza a absorber la producción excedentaria de hoja de coca. Y, en todo caso, hay que mencionar  que la industrialización de la hoja de coca no puede ser considerada actividad “tradicional” o “cultural”.
Por otra parte, lo que podemos decir del estudio sobre la hoja de coca que llevó a cabo el gobierno, es que este consta de siete módulos. Veamos quiénes realizan esos estudios y las fechas de firma y conclusión de los mismos:
1.- “Encuesta nacional sobre el uso y consumo de la hoja de coca en hogares”; Nº de contrato 128-A-2008, adjudicado al INE; firmó el contrato en fecha 11/12/2008; fecha de conclusión: 11/01/2010.
2.- Estudio de caso: “Políticas públicas de la hoja de coca”, Nº de contrato 086-2009, adjudicado a Wilde & asociados S.R.L., fecha de firma: 07/08/2009, fecha de conclusión 06/12/2009.
3.- Estudio de caso: “Histórico-cultural-antropológico de la hoja de coca”. Nº de contrato: 087-2.009, adjudicado a Consultora Tamara S.R.L., fecha de firma del contrato: 07/08/2.009; fecha de conclusión  06/12/2.009.
4.- Estudio de caso: “Evolución y caracterización de los mercados de la hoja de coca”. Nº de contrato: 088-2.009, adjudicado a Pragma Consultores Asociados S.R.L.; fecha de firma 07/08/2009; fecha de conclusión 06/12/2.009.
5.- Estudio de caso: “Rutas, destinos y volúmenes de comercialización del mercado interno de la hoja de coca”. Nº de contrato: 089-2.009, adjudicado a Consultora Buezo Leglise; Fecha de firma 07/08/2.009; fecha de conclusión: 06/12/2.009.
6.- “Estudio de investigación cuantitativa a establecimientos sobre el uso lícito de la hoja de coca en Bolivia”; Nº de contrato 090-2.009/; adjudicado a Empresa Fortaleza S.R.L.; fecha de firma: 01/08/2.009; fecha de conclusión 31/01/2.010.
7.- Estudio de caso: “Perfil de nuevos consumidores de la hoja de coca”; Nº de contrato 097-2.009, adjudicado a Consultora Buezo-Leglise; Fecha de firma: 01/09/2.009; Fecha de entrega: 31/12/2.009. 
Hay más, mucho más para decir, pero nos falta espacio. 



[i] Franklin E. Alcaraz Del C. Es médico, investigador y escritor
[ii] Yara Alcaraz Fernández es comunicadora social