sábado, 24 de noviembre de 2012

Mi peluquero


Bisturí
Mi peluquero (Cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia)
Sábado,  24  de Noviembre, 2012
No sé si todos los peluqueros son como el mío. Para empezar, este me corta el pelo de memoria. No tengo que indicarle qué cortar o qué no cortar. Lo seguí por años, desde cuando era empleado de otro peluquero en San Pedro. Luego apareció en Miraflores, la zona central, Sopocachi, San Jorge y ahora tiene su propia peluquería en la Zona Sur de La Paz. No lee periódicos, pero habla que da pavor. Sabe de mecánica cuántica y de política, claro. Su tema predilecto. Vive en El Alto y baja desde allí, cada día, hasta la Zona Sur para trabajar. El mismo se llama “Alteño renegado”. No le gustan sus conciudadanos. Dice que son muy desordenados y que la ciudad misma es un caos. Dice que allí “los semáforos están de adorno”, pero que no dejará de vivir en El Alto, porque “es más barato”.
Fui a cortarme el pelo al día siguiente del censo. Me recibió con una sonrisa. “Cómo está doctor”, me dijo. “Bien censado” le contesté. “¡Ah!, si”, dijo. “Yo también”. “Y... ¿qué tal?” le pregunté. “Hay muchas cosas que la gente habla sobre el censo, por ejemplo, por qué no preguntarían sobre el acullico no? Así, sabríamos cuánta gente acullica coca... pero no, parece que el gobierno no quiere saber... o no le conviene”. “Y tú, qué piensas sobre el tema” le dije. “¿Crees que mucha gente acullica?”. “Antes tal vez”, me contestó. “Ahora, no” “Por ejemplo, en mi familia, mi papá acullicaba de vez en cuando... una vez al mes, así. Pero dice que mi abuelo acullicaba cada día. Mi papá me contaba que siempre estaba con su bola de coca en la boca”. “¿Y tú? ¿Acullicas?” le pregunté. “No” me dijo “Alguna vez hice la prueba y no me gustó. Es que se le adormece la boca a uno y ese adormecimiento entra hasta el pecho. Y es feo. A mí no me gusta. Eso sí, tomo mate de coca de vez en cuando, cuando me duele la barriga o después de comer mucho”. “¿Te acuerdas la última vez que tomaste mate de coca?” le provoqué. “Hummmm... la verdad no... creo que ¡el año pasado!” Se asombró él mismo. “¡Ah!” Le dije, “entonces tampoco tomas mucho mate de coca... lo que pasa es que nos han hecho creer que este pueblo es de consumidores de coca...  y no es así” “¿Parece, no?”
“Y Ud. Qué dice” me preguntó “La coca será droga siempre?” “Tú qué crees” le devolví la pregunta. “Es que como dicen que la coca no es cocaína...” “Quién dice” le repliqué. “Todos pues... hasta la morenada” “Jajajaja”, me reí y los otros clientes que estaban en la peluquería se rieron también y advertimos que nos habían estado prestando atención. “Mira”, le dije. “Si tomas té y haces un análisis de orina, vas a encontrar teína en tu orina. La teína es la droga del té. Si tomas café, vas a encontrar cafeína en tu orina y si tomas mate de coca, vas a encontrar cocaína en tu orina. Eso lo puedes comprobar tu solito, cualquier rato. Solo tienes que escoger un buen laboratorio. Ahora tú dime si la coca es cocaína”. “¿En serio?” me dijo. A mí me han dicho que la coca no tiene cocaína y que la cocaína está en los químicos que se usan para fabricar droga” “Pero entonces haz la prueba”, le repetí.
Se quedó sin hablar por un buen rato, cosa no habitual en él. Probablemente pensando, casi me deja sin pelos por la región del parietal derecho. “Ojo, ¡cuidado! Le dije”. “¡Ay!, va a disculpar doctor”, me dijo. “Y qué me dice de eso de que la coca es a la cocaína lo que la uva al vino”. “Pues... a eso también tú te vas a responder. ¿Cuando comes uvas, orinas vino? No, ¿no es cierto? Pero cuando acullicas o tomas mate de coca, orinas cocaína... ¿Es igual?” “No” me respondió. “Entonces, ya tienes tu respuesta” le dije.
“Pero entonces ¡por qué nos han mentido tanto...!” “¿Quieres que te dé la respuesta? Creo que tú ya sabes cuál es” “Sí” me dijo, “pero entonces está mal que nos digan que la coca es sagrada no?” “La coca va a seguir siendo sagrada, en la medida que genere dinero... ¡eso nomás es!” Dijo el señor del lado interviniendo en la charla.
“Bueno”, esta vez tu corte de pelo se extendió más de lo debido” le dije “y creo que se te fue un poco la mano, ojalá haya valido la pena” “¡Claro que sí!” dijo mi peluquero, “hoy me tocó desasnarme en serio, jeje”.

[1] Franklin E. Alcaraz Del C. 
es médico e investigador

sábado, 10 de noviembre de 2012

Mi vecino


Bisturí
Mi vecino
Sábado,  10  de Noviembre, 2012
Ayer tuve una charla muy sabrosa con mi vecino, Caminamos juntos como tres cuadras para llegar a nuestros respectivos hogares. Nos deteníamos de rato en rato para subrayar algunas frases. Así que el tiempo que nos tomó llegar a nuestro destino, se extendió más de lo debido.

Mi vecino, como yo, no es político. Es empleado público a punto de jubilarse. No gana mucho, pero su esposa también trabaja; así costearon la educación de sus hijos que ya son profesionales y se encuentran gozando de becas de postgrado en Europa. Su esposa trabaja en una ONG y, de vez en cuando, viaja a Iquique a “traerse cositas para vender”, como él dice.

Mi vecino votó por Evo. Siempre. Pero ayer advertí una profunda decepción en su semblante, así que le pregunté cuál era la causa de su estado anímico. Me contestó que, desde que está Evo, su situación empeoró, a pesar de que sus hijos ya no le significan gasto. “Se parten el lomo trabajando con su esposa”, dijo, y “no advierten mejoría”. Tiene un auto “transformer” que “está botado ahí” porque sus ingresos no le alcanzan para hacerlo arreglar y que el pasaje del transporte subió tanto que solo subir al centro le significa más de la cuarta parte de su sueldo. “Los radiotaxis cobran lo que quieren y nadie dice nada” dijo. “Los micros son sucios, hediondos, nos “taucan” como sardinas y ahora cobran por tramos y además cada tramo cuesta más, porque antes cobraban una luca hasta San Miguel o por cada tramo y ahora cobran uno cincuenta - ¿Cuánto es eso de subida en el pasaje? dijo”. Hace seis años, “antes del Evo, yo compraba cuatro panes por un peso, ahora debo comprar solo dos panes por lo mismo y en épocas como las de Todo Santos, sencillamente no encuentras pan y tienes que comprarte una t'hanta wawa que es incomible y más cara”.

“Cada sábado subo hasta el mercado Rodríguez con mi esposa para aprovisionarnos. Antes del Evo hacíamos mercado para toda la semana con doscientos bolivianos; ahora gastamos cuatrocientos y no nos alcanza... es decir no compramos todo lo que comprábamos”. “Encima nos dicen que la inflación no pasa del cinco, seis por ciento cada Año... ¡Ja! – ¡No pues...!” “La delincuencia y el narcotráfico están haciendo su agosto... a ver...¿cuándo era Bolivia como ahora! Antes uno podía caminar seguro toda la noche en cualquier parte del país... ¡ahora no estamos seguros en ninguna parte! ¡Ni de día de noche! Encima, los delincuentes son cada vez más osados, atrevidos y violentos... a ver, mirá lo que le han descuartizado a esa pobre ancianita... Eso no se hace así nomás... tienes que haber consumido drogas!”

“Pero tu siempre defiendes a Evo...”, le dije. “Lo defendía”, me dijo, “¡lo defendía!”, repitió casi gritando. “Y, entonces, ¿cuál es la solución?, le dije. “¡Nada pues! Me contestó, otra vez alzando la voz y moviendo las manos. “Hay que aguantarse hasta las elecciones”. “Y ahí también, después, quién vendrá. Tal vez más de lo mismo o por ahí, con el pueblo que tenemos, sale re-elegido el Evo... ya debe tener su maquinita pues”.

“Qué tendrá nuestro país que no puede tener buenos gobernantes. Aquí creo que lo que  falla es la gente, los gobernantes son nomás reflejo de la gente... y mientras no mejoremos nosotros, ¡los gobernantes van a ser nomás lo que son pues!”

“¿Entonces, es cierto eso que dicen que los pueblos se merecen los gobiernos que tienen?” le manifesté. “Parece que sí...  porque ¿qué más se puede pensar?” respondió. “Además”, me dijo, “aquí se está demostrando que el pueblo se equivoca”.

¡Ah! “Por si las moscas...” Todo lo anterior es ficción, cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia.


[1] Franklin E. Alcaraz Del C. es médico e investigador