Bisturí ®© Para
mis lectores
Franklin E. Alcaraz Del C.[i]
Sinceramente y
con no poca vergüenza, confieso que no me acuerdo cuando comencé a escribir. Me
acuerdo de mis primeras notas publicadas en el desaparecido periódico
“Presencia”, en su sección de opinadores y en su suplemento literario.
Don Víctor Toro
(disculpas por mencionarle sin su permiso) , cuando era director del
desaparecido periódico “Hoy” me invitó a escribir una columna de manera
sistemática. Allí comencé mi columna y me convertí en “opinador”. Y allí estuve
hasta que el periódico –al que recuerdo con nostalgia- se cerró. Después y
esporádicamente, también escribí para varios periódicos de La paz y Santa Cruz.
Hoy escribo mi
columna “Bisturí” para este periódico que gentilmente me acoge sábado de por
medio. Y hoy, debido a razones de índole ocupacional, debo despedirme de mis
lectores agradeciendo al periódico por haberme dado la oportunidad de verter
mis ideas y opiniones durante una buena temporada.
A mis lectores,
que para sorpresa mía no son pocos, les digo que seguiré escribiendo, pero no
sistemática ni habitualmente. Y a mis colegas opinadores que me hicieron y me
hacen llegar sus notas vía internet, les manifiesto que esta “vacación” no es
una claudicación. Seguiremos en la trinchera.
¿Y saben por qué?
Porque, entre muchas otras cosas, principalmente porque escribir es como una
drogodependencia que no tiene tratamiento. Tengo la impresión que uno nace con
el prurito de darle al teclado. Es también –mi opinión- una dependencia
hereditaria. Mi padre también escribía, mis hermanos y mis hijos. Toda la familia. Y ¡es un placer!
Ruyard Kipling decía
que “las palabras constituyen la droga más potente que haya inventado la
humanidad”, imagínense lo que es la palabra escrita. Por su parte Truman Capote
dijo que “Para mi, el mayor placer de la escritura, no es el tema que se trate, sino la
música que hacen las palabras”. Quienes escriben saben de lo que hablo. Cuando
le preguntaron a Saúl Bellow cómo se sentía después de ganar el Premio Nobel,
respondió: “No lo sé, aún no escribí sobre eso”.
En fin. Por todo
ello, aunque solo sea para solaz personal, seguiré escribiendo. El hacerlo cada
quince días es lo que no haré, porque debido a mis nuevas ocupaciones corro el
riesgo de incumplir un compromiso al que no se puede faltar.
No voy a guardar
el bisturí. Está ahí, en la mesa de operaciones. Estéril, listo para cuando se
lo necesite, porque si los políticos tienen la política y los ricos el dinero,
nosotros, solo tenemos las palabras.
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