Bisturí ®© ¿Qué
perdió Evo?
Franklin E. Alcaraz Del C.[i]
(Cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia)
Políticamente
hablando, Evo no es Lula. Tampoco es Dilma. Peor la Bachelet. Humala
aparentemente, hasta ahora por lo menos, parece inteligente. En todo caso, La
Dilma, la Bachelet, Lula y Humala ¿cómo pasarán a la historia? Para empezar,
sus países avanzan más que los multipluris.
Los otros, los
del ALBA, los “diferentes”, son gobernantes anodinos, “sui géneris”. Probablemente
pasen a la historia como anécdotas en sus respectivos países. Ninguno tiene
carisma internacional sobresaliente.
Este asunto del
avión multipluri, que tuvo que aterrizar en Viena y donde retuvieron a Evo
durante 13 horas, con todo lo condenable que pueda ser, abrió los ojos a más de
uno. La opinión pública se dio cuenta que el “encanto” de Evo se perdió. Se
acabó el romanticismo y encandilamiento internacional que apareció cuando Evo
se paseaba por el mundo con su chompa a rayas haciendo y diciendo cualquier
cosa. ¿Queda el respeto? Conteste el lector.
Varias fueron las
razones de esta pérdida. No vale la pena mencionarlas. Todos las conocen.
¿Quién perdió? Evo, por supuesto. ¿Su segundo? Bien gracias. No pasa nada. ¿Su
séquito? Tampoco. Ahí está todavía. El mundo solo tenía –tiene- ojos para Evo.
Todo el prestigio internacional que había ganado en su lucha solitaria, ¿se fue
en un viaje a Rusia?. No. Como dice la canción, “se fue yendo despacito”.
Acordémonos que cuando Evo fue presidente, nadie a su lado refulgía como él.
Casi todos los que ahora le rodean, llegaron después. Y los que llegaron tenían
sus cargas “ideológicas”. Ideas extravagantes (como aquella de querer revivir
el comunismo o socialismo muerto hace ya varias décadas) que nunca supieron
dónde ponerlas en juego. Aprovecharon la coyuntura que se presentó y se les dio
sin condiciones.
Fuera del país
multipluri, Evo perdió la oportunidad de ser, para la historia, el PRESIDENTE.
Así, con mayúsculas. Buscando algo parecido en nuestra América, ese lugar aún
lo ostenta el zapoteca Benito Juárez.
Es probable, sin
embargo, que hacia dentro del país, su imagen política se haya fortalecido, así
sea temporalmente; aunque no en la medida que sus acólitos quieren creer,
porque al contrario de lo que pasa afuera, la imagen del líder se cuida dentro
de la nación multipluri. ¿Importa solo la imagen nacional de Evo?¿El rédito
político electoral? ¿No importa la imagen internacional? Son preguntas para
quienes lo quieren. ¿Hay posibilidad de recuperar la imagen que una vez tuvo en
el mundo? ¡Hum! Es que Evo es Evo. Uno es como es nomás. Especialmente si no
recibe influencia que lo haga recapacitar sobre sus posibilidades o sobre los
cambios de actitud que ya debería haber tenido. (Eso, además, requiere
formación, dice mi compadre Choque).
Es sabido que es
muy difícil cambiar de actitud. Muy pocas personas lo consiguen. Así que el futuro
no se pinta color de rosas, porque lo que destruyó su imagen afuera, puede
destruirla adentro. (La cosa es darse cuenta, dice mi compadre).
Ya van dos hechos
de conocimiento público, que le hicieron perder un lugar superlativo en la
historia. La primera, cuando buscó enemigos donde no había y cuando tuvo la
oportunidad de ser presidente de todos los bolivianos. Escogió ser de la mitad…
y de los cocaleros. La segunda, esta otra. Ambas tienen un común denominador.
El lector sabe cuál es ese común denominador. Una pena.
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